¿Un restaurante en el Zócalo que cura la nostalgia? ¡Sí
existe!
La mejor comida gourmet en la Ciudad de México
No sé si fue que el día había estado lluvioso o que era
nuestro último día en la Ciudad de México, pero yo estaba muy triste.
Toda la semana de nuestra visita a la capital había sido un sueño, ¡justo como
había imaginado nuestro viaje de bodas! Aunque mis amigas no podían creer que
Joaquín y yo eligiéramos la CDMX por encima de otros destinos para nuestra Luna
de Miel, para nosotros, originarios él de Culiacán y yo de Mazatlán, vacacionar
en ciudades grandes siempre ha sido lo más natural.
¿Qué tanto hicimos en la CDMX?
Toda la semana estuvimos de arriba para abajo en la Ciudad
de México, dedicamos tiempo de sobra para explorar Teotihuacán, Ciudad
Universitaria, Xochimilco, las colonias Roma, Condesa, Polanco, Chapultepec…
¡Hicimos de todo! Visitamos museos, restaurantes, bares, parques, zonas
arqueológicas… Así que solo hasta el último día de nuestra estancia nos
dedicamos a disfrutar a conciencia nuestro hotel: Zócalo Central.
¿Depre? ¡No! Solo no quería que el viaje
terminara
Desde nuestra habitación en Zócalo Central se veía a la
gente pasar a toda prisa sobre la calle 5 de Mayo y también se apreciaba
un elegante edificio construido, al igual que muchos otros del centro
histórico, con ladrillos de roca volcánica en colores rojo, gris y negro.
¡Padrísimo! ¿Verdad? La lava de un volcán hecha casonas, iglesias y palacios.
Seguro conoces esta piedra, “tezontle”, lo venden para ser sustrato de macetas.
Pues nada, a mí me dio la nostalgia y ahí estuve un buen
rato, recargada en el marco de la ventana viendo llover, escuchando música y
chillando mientras Joaquín dormía. Creo que no había sentido algo así, ese “no
quiero irme de aquí todavía” desde que era niña, cuando se terminaban los
veranos en la casa de mi tía Tere en Los Mochis. ¡Cómo me divertía con ella!
Tus brazos y una buena comida, ¡la mejor
medicina!
Total, que mi esposo (¡qué raro es escribirlo por primera
vez!) se levantó pasado el mediodía. Yo creo que lo despertó en parte el hambre
y un poco también los suspirotes que me salían del alma, ¡jejejeje! Nos
arreglamos y subimos al restaurante de Zócalo Central, que por cierto está
catalogado entre los mejores lugares de comida gourmet en CDMX.
Entramos, pues, a Balcón del Zócalo. Ya había dejado
de llover desde un rato atrás y aunque el día seguía nublado, todo estaba
dispuesto para los comensales en esta terraza espectacular. ¡Qué vista de la
catedral y del Zócalo ofrece! Lamenté no haber venido otro día de nuestra
estancia con mejor clima. En fin, el staff de Balcón del Zócalo nos recibió con
mucha amabilidad, nos acomodó en una mesa excelente y nos trajo la carta.
Yo estaba medio inapetente, así que solo pedí un carpaccio
de pulpo en salsa negra que estuvo delicioso y lo acompañé con un buen sotol
Flor del Desierto. La verdad, me sorprendió la variedad de cervezas
artesanales, destilados bien mexicanos como sotol, bacanora, mezcal y tequila,
así como la mixología
de Balcón del Zócalo. ¡Bien ahí!
Joaquín sí se dio vuelo con la comida y pidió un caldo de
milpa con chile poblano y verduras (¡buenísimo!) y pecho de ternera a la
cerveza (¡lo amé!), acompañado de una lager artesanal de Colima. Lo bueno es
que siempre me da a probar lo que ordena, así no me quedo nunca con las ganas y
puedo decirte: el chef se lució. Con razón muchos ubican en TripAdvisor a este
local entre los mejores restaurantes en el Zócalo.
Como en “chick flick”, ¡así pasó!
Total, ya estábamos en plena sobremesa, tomando café y
platicando, cuando de pronto se abrieron las nubes en el cielo y dejaron pasar
algunos rayos de sol. Se iluminaron las torres de Catedral y el área donde
estaba nuestra mesa. Entonces Joaquín me abrazó muy fuerte y me di cuenta de
que este sueño terminaba, pero mientras durmiéramos tomados de la mano el uno
al lado del otro en nuestra cama, viviríamos juntos muchos sueños más.
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